domingo, 14 de abril de 2024

“Hay futuro si hay justicia”/Historia de Aurora y la justicia

Crassus errare, el constructor de paz que no actúa en justicia

 

Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos


 “Hay futuro si hay justicia”/Historia de Aurora y la justicia

 

Haciendo eco al título de una importante exposición que nace de los legados de la Comisión de la Verdad; actualmente en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá, debo empezar diciendo: “hay futuro si hay verdad”. Pero, es trascendental entender que esa verdad cuenta como principio fundamental para la construcción de justicia. Si la verdad se desliga de los procesos de justicia, difícilmente habrá algún tipo de armonía (entiéndase Paz), en nuestras sociedades.

Por ende, en la construcción de paz, no solo los jueces deben actuar en el horizonte de la justicia. Ésta se administra también en cada acto y/o decisión de quienes asumen el compromiso de trabajar en procesos de construcción de paz. Tomar decisiones, en el marco de la construcción de paz, implica que -como un buen periodista-, quien se dice constructor de paz conozca todos los lados de la moneda, que no se quede solo con una versión de las cosas. Como al periodista, si a un líder que trabaja con la paz, en el interior de su casa alguien le dice que está lloviendo, éste debe abrir la ventana y verificar que en realidad llueve. Si nos quedamos con una sola versión de las cosas, corremos el riesgo de creer que llueve cuando en realidad no está lloviendo. Grave error, tanto para el periodista como para quien se dice constructor de paz, desde el conocimiento parcial de un contexto puede cometer una injusticia.

Para hablar de lo que es la justicia, voy a recordar una pequeña historia que en mi vida como artista de la palabra he narrado algunas veces, y que proviene de dos fuentes: La primera una versión de un narrador denominado Arlequín, a quien escuché en un bus de transporte urbano en Bogotá hace muchos años; la segunda, de un libro que presenta una versión de la misma anécdota como una historia de tradición oral ecuatoriana; la siguiente es una adaptación propia que ya he narrado, después de varias reescrituras, en diversas ocasiones.

Aurora era una mujer tan clara como el amanecer; pero también era una mujer muy pobre, sumamente pobre. Tenía tres hijos, pequeños ellos, tan flacos y tan desnutridos que solo era verlos para entender el grado de pobreza de la mujer. Y ella, qué decirles, puro hueso también, pues su amor de madre hacía que pasara días sin pasar bocado, cualquier sobrado de comida que lograba conseguir era para sus niños, así ella se retorciera de hambre.

Una mañana, por cierto, fría, fría como la realidad de Aurora, mientras pasaba por una esquina donde había una panadería, quiso el destino que el panadero recién exhibiera una canastada de panes recién salidos del horno sobre una vitrina a la entrada de su negocio. Y Aurora con esa hambre de tres días, se detuvo allí en la puerta de la panadería a degustar el olor de aquellos panes aún calientes y humeantes. Era como si una estela de fragante humo a pan se dirigiera directamente a su nariz para insuflarle el alimento que la pobreza le restringía. En la medida que olía el pan, Aurora sentía aliviar su hambre, y se estuvo allí, lela, como levitando un sueño, mientras se extinguía el rico aroma que parecía darle nuevos alientos para enfrentar su triste día.

Ya se apartaba Aurora de la panadería, con una sonrisa de esperanza ante el alivio momentáneo que parecía invadirla, cuando saltó delante de ella, cortándole el camino, el panadero que con tono airado le requirió: “Oiga, usted ¿acaso piensa irse sin pagarme el olor del pan?”

Aurora no sabía que se cobraba el olor del pan. Es más, en esa pobreza en que vivía tampoco tenía para pagarlo. “Si no me paga el olor del pan, tendré que demandarla, llevarla ante un juez y hacer que la metan en una cárcel”, amenazó el panadero.

Como Aurora no tenía una moneda para pagar el olor del pan, tuvo entonces que comparecer ante un juez, demandada por el panadero.

El juez, muy sabio él, escuchó la acusación del panadero y, luego, entre tartamudeos y sollozos, las palabras de Aurora en su propia defensa.

Una vez escuchó ambas partes, el Juez llamó a Aurora para que se acercara hasta él. Le indicó algo en voz muy baja, tan baja que el panadero no pudo escuchar nada por más que paró oreja. Paso seguido, el juez le entregó algunas monedas a la acusada. Esto último, la entrega de las monedas, entusiasmó enormemente al panadero. Aurora caminó hacía al panadero, se detuvo al llegar muy cerca a éste, levantó la mano en que llevaba las monedas, el panadero, sin poder disimular una sonrisa de satisfacción plena, se aprestó a recibir el pago.

Entonces, Aurora tapó las monedas en el cuenco de la palma de la mano en que las tenía, con su otra mano. Llevó ambas manos a uno de los oídos del panadero e hizo sonar con gran fuerza las monedas. Acto seguido se retiró de él y regresó ante el señor juez para devolverle sus monedas, mientras el panadero, energúmeno de la ira se daba por burlado. Anticipándose a cualquier reclamo del panadero el juez se permitió sentenciarle: “Panadero, caso cerrado, páguese el olor del pan con el sonido de las monedas”.

Tal vez, de manera literal, Aurora -el personaje- no haya logrado hacer la reflexión de lo qué es la justicia, tal cual lo propone la historia. “Tal vez” escribo, porque parto de mis subjetividades, de las cuales no habrá de partir nunca, ni el periodista (ya que he tomado este oficio que es el oficio de la verdad, para la presente analogía), y mucho menos el constructor de paz.  “Tal vez” no de manera literal -el personaje-, he dicho; porque la historia sí. Entre líneas, de manera implícita, la historia de Aurora sí nos permite entender que la justicia es -como ya se ha dicho muchas veces desde las épocas remotas del imperio romano-, dar a cada quien lo que le pertenece, lo que es suyo, de acuerdo a la ley: “La voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo que se merece” (Justiniano).

Repito: “La voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo que se merece”. Merecimiento de mérito, valga la redundancia. Fundamental esto en un escenario de construcción de paz, donde también cuentan los modos o las maneras. Esto me lleva a recordar otro capítulo que hace parte del proceso de las reflexiones de esta serie de escritos sobre la Pedagogía de la Reconciliación (https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com/2024/03/cultura-de-paz-principio-de-la-paz-que.html), y me lleva al siguiente capítulo donde hablaremos del merecer, del reconocimiento, pero dejo acá por el momento, para retomar luego este tema del “merecer” desde la teoría de Maslow, quien nos ha enseñado que la armonía plena del ser humano (léase la Paz del ser humano),  depende de la completitud de una escala de satisfacción de necesidades en varios niveles.

Por ahora: He dicho. 


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Otras lecturas:

Compa, dígale que estamos en proceso de Paz

(Primera versión... de los hechos)


Diles que no me maten

(Juan Rulfo)

 

Autor: Luis Carlos Pulgarín Ceballos

Dicen que se lo llevaron monte arriba. Que lo sacaron de la carretera y después de quemar la moto en que iba lo golpearon sin compasión, luego se lo llevaron a rastras por entre la arboleda de la montaña. Dicen que le gritaban “Guerrillero hijueputa, aquí las vas apagar todas, este país no olvida”.

Casi asfixiado, pálido y aterrorizado llegó a la vereda de paz, el niño que trajo la noticia, corrió con toda la fuerza que podían darle sus entrados trece años de edad, para alertar a la comunidad. Yo estaba ahí, a la orilla de la quebrada, cuando escuché los pasos de los soldados, entonces me asusté y me escondí detrás de un matorral, ahí fue cuando vi que el camarada Fidel aparecía en su moto…


domingo, 31 de marzo de 2024

Cultura de Paz: Principio de la Paz que Colombia necesita

 Opinión

Cultura de Paz: Principio de la Paz que Colombia necesita

Por: Luis Carlos Pulgarin Ceballos

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Construir Paz, entonces, nos representa abordar los siguientes compromisos: 1. Detener la guerra, 2. Políticas estructurales, 3. Instaurar una Cultura de Paz.

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En los últimos tiempos, Colombia ha estado inmersa en un debate sobre el tipo de Paz que necesita construir. Cada gobierno de turno ha bautizado de diversas formas su propuesta de trabajo en pro de la paz. Para no hacer mucha historia: con la elección de Gustavo Petro se generó la idea de una Paz Total, aunque dentro de su mismo gobierno, igual, se habla de una Paz Territorial. En algunas instancias de la ciudadanía se habla de Paz Integral, al parecer un recicle de lo que antes llamaron Paz con justicia social; de igual manera, en otros sectores es común escuchar que se habla de una Paz positiva.

 

Los gobiernos del pasado solo han propuesto al país una Paz cuyo principal componente es el desarme de los grupos insurgentes, sin ningún tipo de cambio en el sistema que prevenga nuevos brotes de violencia ante las crecientes insatisfacciones sociales por la abrumadora inequidad económica y la falta de democracia política. Sin negociar “el modelo” diría Juan Manuel Santos, el presidente que negoció, en 2016, lo que viene siendo denominado como “una paz negativa para el país”; cuyas consecuencias las estamos viviendo actualmente: (grupos que amparados en el argumento de la desigualdad social, económica y política, consecuencia del “modelo”, resisten en su temple de rebelión reclamando estatus político -caso del ELN; las disidencias de las extintas FARC, las cuales nunca se plegaron al Acuerdo del 2016 -las EMC FARC, sector de Gentil Duarte, asesinado en 2022, hoy lideradas por Iván Mordisco-, y las que regresaron a las armas abandonando el proceso de Paz después de los llamados entrampamientos al Acuerdo de Paz orquestados desde la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez: La Segunda Marquetalia. Esto sin mencionar la delincuencia narcoparamilitar que sigue sembrando el terror a lo largo y ancho del país.   

 

Tal vez, más allá de “bautizar” el tipo de Paz que se quiere construir en determinado periodo de gobierno, para poner “un sello personal”, lo que hay que discutir es el logro de una Paz integral y sostenible.  Y, lograr dicha paz integral y sostenible implica entender que más allá de calmar la furia ciega de los guerreros para que silencien sus fusiles (como nos lo han vendido hasta ahora en su “modelo de paz negativa”), el Estado debe propiciar una política de Bien-Estar y dignidad para toda la población, es decir, como lo entendía Platón: orientar el horizonte de sus ciudadanos y ciudadanas en la conquista plena de la felicidad.

 

Entonces: parar la violencia armada y generar públicas estructurales que garanticen el cumplimiento de las garantías y derechos constitucionales, serían las dos primeras condiciones irrestrictas para empezar a construir paz en el país.

 

Y digo las dos primeras, porque a éstas hay que agregar un tercer componente: sin duda alguna el componente de la voluntad de superar viejos paradigmas que nos han llevado a resolver los conflictos de manera violenta; el que nos permita cambiar la mentalidad que naturaliza la guerra, el que nos aleje de “una paz negativa” y nos acerque a una paz positiva o integral y sostenible: el componente de la Cultura de Paz.

 

Construir Paz, entonces, nos representa abordar los siguientes compromisos:

1. Detener la guerra,

2. Políticas estructurales,

3. Instaurar una Cultura de Paz.

Cumpliendo estos preceptos estaríamos superando los elementos que, a decir de Johan Galtung, están presentes en el ciclo de las violencias: Silenciar los fusiles supera el elemento directo, el de las consecuencias más graves del conflicto armado (las muertes, torturas, violación a los derechos humanos, etc.). Instaurar una Cultura de Paz nos permite superar viejos paradigmas de un elemento cultural que legitima la guerra; y por último, establecer políticas de BienEstar supera ese elemento estructural o de ausencia de garantías de una vida digna para toda la población, en igualdad de condiciones, sin ningún tipo de discriminación o de exclusión.

 

Ante los “desplantes” hechos, por diferentes grupos armados ilegales que no han respetado los compromisos de cese al fuego pactados bilateralmente, y mientras se busca su debilitamiento o derrota por la vía militar, cosa improbable en el corto tiempo, el gobierno debe seguir trabajando arduamente en los componentes de coyuntura estructural y cultural, de la teoría galtuniana: Construir política pública y generar una cultura de paz. Si avanza en estos dos aspectos, logrará por la vía de la acción política lo que difícilmente logre por la fuerza de las armas: deslegitimar el discurso de una subversión amparada en el argumento de la desigualdad social, la inequidad y la ausencia de espacios de participación política. Esto último, a lo mejor, conduzca a que los grupos ilegales, al menos los que argumentan razones políticas para su existencia, entren en razón y por fin, vuelvan a una mesa de negociación con verdadera voluntad de paz.

martes, 19 de marzo de 2024

Cuál Paz quiere el narcotraficante grupo Clan del Golfo

 Apenas ayer, 18  de marzo de 2024, en su visita a la región de Urabá, el señor Presidente Gustavo Petro extendía su mano generosa ofreciendo un diálogo de Paz con el criminal Clan del Golfo; poniendo, como es lógico, unas reglas de juego y unas condiciones políticas y jurídicas. En la noche, al parecer el mismo grupo anunciaba estudiar la propuesta, según se leyó en algunas redes sociales.

Sin embargo, la respuesta contundente del criminal grupo, a la propuesta de Paz, se hizo sentir hoy -19 de marzo- con el asesinato de dos inocentes campesinos (una mujer y su hermano), ambos pertenecientes a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en el municipio de Apartadó, en el Urabá antioqueño.

Los asesinatos se hicieron en el sector Las Delicias, de la misma Comunidad de Paz; donde el criminal Clan del Golfo irrumpió en las horas de la tarde, siguiendo la tradición paramilitar de no respetar un espacio que desde 1997 se erigió como territorio de Paz, y que desde dicho año hasta la fecha ha costado más de 200 muertos a la comunidad, además de otros crimenes de guerra que se siguen cometiendo en su contra, sin que las autoridades locales y regionales definan una política de protección y prevención a las constantes violaciones de Derechos Humanos evidenciadas en el territorio. Violaciones de Derechos Humanos, donde no dejan de tener presencia miembros de la Fuerza Pública que también serían agresores de la comunidad.


Sin duda alguna, este es un gobierno de Paz. El presidente tiene toda la intención de tender puentes de diálogo con los distintos grupos ilegales, pero este tipo de acciones criminales, demuestran que, ellos, definitivamente prefieren la confrontación con el Estado. Así lo manifiesta también el EMC FARC en el Cauca, grupo que terminó rompiendo el cese al fuego establecido con el gobierno.  

El hecho de que este gobierno sea un gobierno de Paz no quier decir que no deba acudir a la potestad constitucional de usar las armas desde sus Fuerzas Pública para  confrontar militarmente la criminalidad. El mismo Presidente lo advertía, o aceptan negociar sin vernos la cara de pendejos, en un diálogo real donde abandonen todo tipo de criminalidad o los acabamos por la vía militar.

Es hora señor presidente de la mano dura. Hay que desarticular el poder criminal de estas estructuras que se empecinan en mantener la barbarie en el país. Lo acompañamos en su propósito de Paz, pero también en la potestad que tiene para enfrentar a quienes cobran tantas vidas inocentes.

En el caso de los sucesos de Apartadó se hacen necesarias varias acciones además de las confrontaciones militares:

1. Investigar la responsabilidad de las autoridades locales, que al parecer sabiendo la situación de la Comunidad de Paz, no toma medidas de seguridad y protección.

2. Investigar la responsabilidad que en estos crimenes tiene le señor César Jaramillo, quien ha llegado al territorio a generar discordía, me relatan fuentes que mantendré en reserva por seguridad, que hace apología al paramilitarismo, en un claro desafio a la comunidad de paz y poniendo en contra de la Comunidad a algunos líderes de la vereda La Esperanza. 

3, Desarticular las redes de testaferrato que en los municipios del eje bananero tiene el Clan del Golfo, para debilitar su economía. No solo algunas pandillas de jóvenes le hacen mandados a este grupo, también hay gente prestante, gente "bien" que lava dineros del negocio del narcotráfico de este clan asesino. 

4. Desmantelar laboratorios de coca que sigue teniendo el Clan en los territorios fronterizos de Antioquia y Chocó, incluso laboratorios de fentanilo parecen tener en el territorio selvático chocoano.

Señor Presidente, le repito, somos un gobierno de Paz, y lo acompañamos en la construcción de Paz cuando los grupos ilegales tengan la nobleza de sentanrse en una mesa de diálogo con sinceridad y pensando en el bienertar del país. Pero también lo acompañamos a la hora de ponerse firme y enfrentar militarmente la amenaza que representan quienes no quieren dejar el crimen por las buenas. Hay que actuar contra el clan del Golfo, con la misma firmeza que se empezará a actuar contra el EMC FARC, ya. Colombia lo sabrá comprender.






miércoles, 27 de diciembre de 2023

Opinión - Díganle a Santos

Díganle a Santos

Por Luis Carlos Pulgarín Ceballos.

Escrito originalmente para: Periódico El Quijote, edición impresa de diciembre de 2023, ediicón 118.


Díganle que: A quien se abroga, a título personal, un premio Nobel que fue colectivo, no le queda bien maltratar a una mujer…


Una de las realidades más agobiantes para el proceso de Paz de 2016, sin duda alguna, son los graves incumplimientos de su implementación en los periodos de gobierno Santos y Duque. Estos incumplimientos, aunados al alto desconocimiento de los Acuerdos, hace que la ciudadanía en general tenga poca o nula apropiación con lo acordado, incluso, que deslegitime el proceso de los diálogos de paz y casi que esté de acuerdo con la continuidad de la guerra.

Pero vamos por partes. 1. los incumplimientos: El primer incumplimiento en lo acordado, fue la falta de diligencia del gobierno Santos en copar los territorios que tradicionalmente habían estado dominados por las Extintas FARC-EP. El gobierno Santos no llegó a estos lugares ni con políticas públicas, ni siquiera con Fuerza Pública; pareciera que su interés en la apuesta política de su locomotora minera lo hubiera inducido a dejar los territorios despejados para que lo ocuparan grupos paramilitares, que vendrían a cuidar los intereses de las multinacionales. Y este fue el gran primer error, un error criminal en el gobierno de quien firmara el Acuerdo: dejar los territorios a merced de otros grupos ilegales, incluso de poderosas mafias narcotraficantes. Hablar de los incumplimientos en la era de Duque, sería redundancia, bástenos decir que, en este periodo, que fue el periodo de “hacer trizas la paz”, el desfalco de la Paz fue tenebroso. En el periodo de Iván Duque no solo se aumentó el asesinatos de Firmantes de Paz, sino que se hizo fiesta con la plata de la Paz, pues se constituyó un bochornoso sorteo de billonarios contratos con los presupuestos de la paz para alcaldes y contratistas “amigos” del gobierno, a través del Alto Consejero para la Estabilización. Literalmente: se robaron la plata de la Paz.

2. El periodo del Cambio. El mismo Santos, quien pierde la perspectiva por sus cálculos políticos, y llega a maltratar a una mujer comprometida, valiente y valiosa en la historia de las luchas por los Derechos Humanos; desconociendo su liderazgo al frente de la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz, parece desconocer que en este gobierno y bajo la dirección de la doctora Gloria Cuartas Montoya, los avances son bastantes meritorios. A pesar de que la doctora Cuartas Montoya recibió la tarea de implementar el Acuerdo con cambios que limitarían sus funciones, los avances no se pueden borrar de un solo plumazo como lo pretendieron en el acto organizado -el 24 de noviembre pasado-, en el Centro Distrital de Memoria Histórica, donde en contubernio con la alcaldesa de Bogotá, pretendían darle una encerrona al presidente Gustavo Petro, no sé sabe bien con qué intensiones, o tal vez sí: en busca de mermelada con los presupuestos de la paz.

Así pues, la siguiente es la realidad que encontró Cuarta Montoya en su llegada al gobierno Petro: La antigua Consejería de Estabilización, antes Consejería para el Post Conflicto, que tenía carácter ministerial con recursos y autonomía para ejecución, se convirtió en una Unidad sin presupuestos y sin capacidad de ejecución, solo con misión de articulación. De otro lado, recibió una herencia, en la implementación, con baja o, mejor dicho: nula ejecución de políticas que atendieran los compromisos del Acuerdo; solo ejecuciones en el papel. Esto sin hablar del tema de la corrupción y la irregular asignación de proyectos desde el OCAD-PAZ.

Díganle a Santos, que sí hay quien lidere la implementación del Acuerdo así el trate de invisibilizar sus avances. Que, no obstante, las profundas limitantes con las que se trabaja en la Unidad de Implementación del Acuerdo, se han realizado acciones que buscan la dignidad perdida del Acuerdo de Paz, casi que, desde su firma, en su periodo de gobierno. Una de las acciones más trascendentales en esta dignificación fue modificar los procedimientos corruptos con los cuales desde el OCAD-PAZ se tiraban al aire millonarios contratos para que cayeran ¡oh sorpresa!, en las alcaldías de los corruptos amigos del gobierno nacional; esta bolsa de recursos, tal vez la más importante para la implementación del Acuerdo y sacar los municipios PDET de la marginalidad y la pobreza; cuentan con una nueva metodología que busca más equidad y transparencia a la hora de asignar recursos. Así, de los 274 millones de pesos, que corresponde a 98 proyectos asignados por el gobierno Petro y de los cuales ya muchos están en ejecución, llegará más dinero a las regiones menos favorecidas hasta el momento, priorizando iniciativas que apuntan a la reparación integral de las víctimas del conflicto armado. Díganle a Santos, recuérdenle, informenle por si no lo sabe, que este proceso es liderado por la persona que él invisibiliza cuando afirma -a micrófono abierto- que no hay quien lidere la implementación del Acuerdo (en el OCAD Paz durante el Gobierno del Cambio se han aprobado 98 proyectos por $274 mil millones, de estos 23 proyectos se encuentran localizados en 19 municipios PDET de 10 departamentos, con una inversión por más de $77 mil millones de pesos: Antioquia, Arauca, Bolívar, Cesar, La Guajira, Magdalena, Nariño, Putumayo, Sucre y Tolima).

Díganle a Santos, que a pesar de su “no hay quien lidere la Implementación del Acuerdo”, la doctora Cuartas Montoya ha logrado un importante convenio con el Hospital Militar, la Agencia de Reincorporación y Normalización, el Ministerio de Salud y el Fondo Colombia en Paz, para atender a personas en condición de discapacidad por razones del conflicto social y armado, como firmantes de paz, miembros de la fuerza pública y víctimas del conflicto (este convenio permitirá que la atención integral a esta población inicie con más de 50 millones de pesos que se invertirán en prótesis y rehabilitación de personas en condición de discapacidad por razones del conflicto social y armado. Falta decir que, este convenio fue construido de manera participativa con la Asociación CONELAEC, de firmantes de paz en condición de discapacidad y bajo el liderazgo de la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz).

Díganle, enúncienle, tal solo algunos logros desde la Unidad de Implementación, entre ellos: I. La construcción y aprobación del Plan Estratégico de seguridad y Protección para firmantes de paz en proceso de reincorporación. II. la suscripción de un convenio interadministrativo con el Instituto Geográfico Agustín Codazzi -IGAC-, para democratizar la información catastral y buscar la transparencia en las inversiones. III. La instalación de una Instancia Permanente de articulación con la JEP para trazar la hoja de ruta que permitirá la puesta en marcha de la articulación necesaria para la implementación de Sanciones Propias, TOAR y Medidas de contribución a la reparación. IV. la constitución de una mesa de instancias de acompañamiento internacional a la implementación del Acuerdo de Paz (contemplada en el punto 6.4.2.) y olvidada desde su gobierno, durante el cual se firmó el Acuerdo de Paz.

No le digan eso si de la aprobación de la política de desmantelamiento de organizaciones criminales, ni los avances de sustitución de cultivos ilícitos y la política de tratamiento al tema de las drogas y el narcotráfico, porque de pronto a sus amigos uribistas les da por salir a las calles y protestar porque les estamos acabando su narco Estado; tampoco le informen sobre las más de 61.255 hectáreas compradas para campesinos, indígenas, comunidades negras, población víctima y en reincorporación y la gestión de más de 621.207 hectáreas de tierras, para seguir dando continuidad a la Reforma Rural Integral (Punto 1 del Acuerdo), porque se despelucan  sus amigos terratenientes, enemigos de cualquier reforma agraria y de la dignidad del campesinado al que siempre han violentado.

Díganle a Santos que no le queda bien el negacionismo, el maltrato a una mujer: Negar los méritos y liderazgos de una mujer, invisibilizarla a pesar de tenerla al frente, en el auditorio donde criticaba a este gobierno que, en un solo año, está haciendo mucho más de lo que el hizo con la implementación del Acuerdo en sus dos años finales de gobierno, es una forma de maltrato. Ah, y por último: el premio Nobel no se lo dieron porque fuera Juan Manuel Santos, el premio se lo asignaron a él en representación de las víctimas del conflicto armado, y porque la coyuntura del país después de la pérdida de su errático plebiscito necesitaba una muestra de apoyo internacional para que siguiéramos persistiendo en la paz, así actúa el Comité Nobel Noruego, dando espaldarazos que considera oportunos en contextos difíciles, por ello el Premio Nobel de Santos no fue a título personal sino del colectivo colombiano, ponderando a las víctimas del conflicto. Díganselo.

Opinión personal. No compromete línea editorial del periódico El Quijote, tampoco de ninguna institución de gobierno. 

Para conocer más avances de la Implementación del Acuerdo: www.portalparalapaz.gov.co

sábado, 8 de julio de 2023

Opinión. La Constitución colombiana más revolucionaria del siglo XIX fue federalista

 Opinión

La Constitución colombiana más revolucionaria del siglo XIX, fue federalista

Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos*


 Aunque la historia reconoce a Tomas Cipriano de Mosquera como el precursor de la Constitución más avanzada del siglo XIX, debemos ser justos y afirmar que muy seguramente esta Constitución, o no hubiere existido o, se hubiere tardado un poco más en existir sin la acción valiente de Juan José Nieto, primer y único presidente afrodescendiente de Colombia (1861). Nieto (además primer novelista colombiano), fue en realidad quién se adelantó en darle un golpe de Estado al gobierno del conservador Mariano Ospina Rodríguez, proclamándose presidente de la Confederación Granadina en su calidad de Gobernador y presidente del Estado Soberano de Bolívar, para luego cederle el solio presidencial a Mosquera.

La historia suele decir que, de un solo tajo Mosquera pasó de ser gobernador rebelde del Cauca a ser presidente de Colombia, pero esta es una verdad a medias, pues en este trayecto fue invaluable la acción decidida y cómplice que Juan José Nieto le prodigara en su empeño rebelde y sin la cual, seguramente, el líder caucano hubiera podido fracasar en su ambición golpista y, por ende, no hubiese sido posible la Constitución de Río Negro (1863). La verdad sea dicha.

Pero bueno, estos contextos los abordaremos en otros escritos, por ahora vamos al grano: La Constitución de 1863.

Como todas las constituciones de dicho siglo, producto de una guerra civil (Guerra Magna, 1860 a 1862), que como ya lo expresamos concluyó con un golpe de estado a un gobierno conservador. Una guerra civil donde las insurgencias de la época, guerrillas -en este caso liberales-, salieron triunfantes y se hicieron al poder. Estas guerras civiles se presentaban, entre otros motivos porque: Las guerras mismas se habían convertido en un medio para ascender y/o conquistar el poder político; también por la existencia de la injusticia social y política; así como la carencia de desarrollo de industrias en un país gobernado por militares terratenientes y finqueros en alianza con la iglesia católica que se negaban a la modernización del país, al desarrollo de nuevas formas de intercambio comercial, igualmente porque su poder político -y poder religioso en el caso de la iglesia católica-, dependía de la especulación que hacían con los conflictos sociales y las necesidades básicas de los más pobres o clases menos favorecidas (tal cual sigue siendo ahora).

Frente a este panorama, entonces, tras cada guerra civil, los vencedores tendían a cambiar de Constitución para imponer una propia, lo cual no siempre significaba un cambio democrático y/o un avance hacía la equidad y la justicia social, por el contrario podían ser constituciones retardatarias, autoritarias y presentar criminales retrocesos para las libertades y la democracia del país, tal y como sucedió con la Constitución de 1886 que nos significó vivir en el represivo medio evo, un oscurantismo político, religioso, social y económica por más de 105 años, hasta 1991. 

Esta Constitución de 1886, redactada a cuatro manos, entre Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, a conveniencia conservadora, nos servirá entonces para ilustrarnos sobre los avances y postulados nobles de la Constitución federalista de 1863 (Constitución para “ángeles” opinaría el novelista francés Víctor Hugo, exaltándola como una carta magna generosa e ideal para los colombianos).

La Constitución de 1863, empecemos por su parte dogmática, se erigió como una bitácora nacional laica, no fue redactada en “el nombre de Dios”, como lo habían sido las anteriores y como volvería a redactarse la de 1886 desde el fuero religioso godo de Miguel Antonio Caro y los compromisos adquiridos por Núñez con el Vaticano, a razón de que le tramitarán un divorcio para él poder llevar como primera dama de su gobierno, a la cartagenera Soledad Román, quien hasta entonces habría sido su amante (esto último lo digo pero no lo sostengo). 

Desde su precepto laico, en el nombre del pueblo, la Constitución de 1863 le quitó bastantes poderes a la iglesia católica que se erigía como la única institución con autoridad y/o derecho para administrar la fe y la espiritualidad en la nación y abrió la puerta para la aceptación y la práctica de otros credos, tal y como debe ser en una democracia.

Igualmente, expropió a dicha iglesia (con inmenso poder terratenientes en esa época), de grandes propiedades -muebles, inmuebles, semovientes- y latifundios, llamados para entonces “bienes de manos muertas”, y se subastaron entre más de 4 mil nuevos propietarios. Se puede presumir que muchas personas a quienes la iglesia habría embargado por deudas, recuperaron sus propiedades. Hasta esa fecha, pues, la iglesia católica tuvo poder de banco y usurero prestamista. También perdería poder, la iglesia, en los predios de la educación donde imperaba con su filosofía doctrinal y doctrinante, al menos por los 28 años que duró dicha Constitución, hasta 1886, la educación pasaría a ser laica, basada en las ciencias modernas y no desde la dogmática bíblica.

Veamos, desde la visión de Salomón Kalmanovitz una síntesis de los aspectos más relevantes de dicha Constitución: “Se abolió la pena de muerte, se establecieron los jurados de conciencia y se otorgaron plenas garantías a los ciudadanos. Se consolidó la separación de Iglesia y Estado, cuando ya se habían confiscado los bienes de manos muertas que poseía el clero, explotados por siervos de la gleba; estos bienes se subastaron, obteniéndose cuantiosos recursos que fortalecieron al gobierno central.

El librecambio produjo excelentes resultados: las exportaciones pasaron de 3 millones de dólares anuales en 1850 a 20 millones en la década de 1870, diversificándose crecientemente: tabaco, añil, palo del Brasil, quina, cueros y el café que se cultivaba en Pamplona y salía por Cúcuta hacia el lago de Maracaibo. La mayor parte de las exportaciones se comportó de manera volátil; algunas fueron desplazadas por la química moderna y otras se acabaron porque el país era feudal, su productividad baja y la calidad de sus productos deficiente”.

 

Estado Federal

Pero, sin duda alguna el centro de dicha Constitución fue la del establecimiento, en su parte orgánica, de un Estado Federado, y así lo relata Juan Carlos Henao: “Los Estados Unidos de Colombia, como se llamó el país a partir de 1863, establecieron una confederación de nueve Estados soberanos con una gran autonomía en la cual pocas funciones correspondían al Gobierno Central y las demás a los Estados que integraban la federación. Cada Estado tenía rentas, potestad legislativa y gobierno propio debiendo ser, eso sí, “popular, electivo, representativo, alternativo y responsable”. Los nombramientos de los secretarios de Estado (hoy ministros), de los agentes diplomáticos y de los jefes militares se sometían a la aprobación del Senado, que también elaboraba una lista de candidatos para que el Presidente eligiera el General en Jefe del Ejército nacional. En un tema que es de vital importancia en nuestros días, los Estados tenían a su cargo la conservación de la paz en sus territorios, y para ello podían tener fuerza pública, permitiéndose la existencia de políticas regionales de paz, lo cual en estos momentos parece impensable, incluso subversivo”.

En dicho Estado federado “se estableció un catálogo de libertades individuales que situó a Colombia a la vanguardia jurídica y política de la época en donde, por ejemplo, se consagró la libertad de palabra, la libertad “absoluta” de prensa, la de pensamiento; se incorporó el derecho de gentes a la legislación nacional para poner término a las guerras civiles por medio de tratados entre los beligerantes –no se les llamaba delincuentes o enemigos–, con la advertencia de que “deberán respetar las prácticas humanitarias de las naciones cristianas y civilizadas”; se eliminaron privilegios y distinciones como la del fuero para los sacerdotes” también, “se contempló la abolición de monopolios y se instauró el libre cambio económico”.

Todo esto se perdería con la llegada de la dictadura de Núñez y su predecesor Caro, en palabras de Juan Carlos Henao: “La Constitución de 1886, cuyos padres fueron Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, trajo a nuestro país los principios del Movimiento de la Regeneración: un Estado centralista, autoritario, vinculado orgánicamente con la Iglesia católica y restrictivo de las libertades públicas”.

Y para Kalmanovitz: “Todos estos avances en democracia, en economía y en educación fueron borrados con sangre por la Constitución de 1886, cuya implantación provocó tres guerras civiles. Su redactor fue Miguel Antonio Caro, hombre tan pío como despótico. El gobierno central se tornó autoritario, basado en una presidencia imperial con período de seis años, elegida de manera indirecta. El Legislativo surgía también de convenciones cerradas de delegados, todos conservadores. Los estados soberanos fueron robados de su autonomía y recursos fiscales que fueron gastados arbitrariamente, desconociendo las necesidades de los municipios y de las regiones. Gobernadores y alcaldes eran nombrados a dedo por el poder central. La economía se resintió con las guerras, la inflación desaforada y la persecución contra los empresarios, generalmente liberales.

La educación fue impartida bajo la dirección de la Iglesia, que prohibió la enseñanza de la ciencia y desarrolló el aprendizaje basado en la memorización, la represión y la obediencia ciega. Así, el país retornó a la Edad Media”.

No es descabellado, entonces, que en Colombia haya una amplia franja política considerando la posibilidad de volver a ser un Estado Federado que libere al país del déspota centralismo con el cual se castigan las regiones y departamentos más alejados, dejándolos en el más completo abandono, y a pesar de que estos le renten cuantiosas sumas al presupuesto de la nación. Una franja política que piense en superar el autoritarismo y el presidencialismo que ha asfixiado al país durante más de 135 años (desde 1886). Y que esta franja política esté En Marcha, pensándose muy bien cuáles serían los límites de ese país federado que promueven, con un claro “manual de funciones” que asignarían derechos de autonomía administrativa a los departamentos pero también limites o responsabilidades, dejando potestades administrativas nacionales al presidente del país -por ejemplo: el manejo de la seguridad nacional-; también respetando la acción legislativa del Congreso como órgano articulador de toda norma nacional y, sobre todo, respetando la majestad de la justicia.

Fuentes importantes:

“El ideario de la Constitución de 1863 no ha muerto”, Juan Carlos Henao, en Periódico El Tiempo. (Archivos Internet)

“La Constitución de Rionegro”, Salomón Kalmanovitz en Periódico El Espectador. (Archivos Internet)

*Luis Carlos Pulgarín Ceballos. Nombrado Embajador del idioma español, por La Fundación César Egido Serrano y el Museo de la Palabra en sesión plenaria, Madrid, España, febrero de 2018. Comunicador Social (egresado UNAD); Abogado (egresado IUC). Defensor de Derechos Humanos, Periodista y escritor de oficio.  Diplomado en: MASC, Conciliación en Derecho y Amigable Composición; Acción para la Paz CAPAZ (ESAP); Justicia Transicional (IUC); Gerencia Cultural (Fundación Universitaria JFKennedy), y Liderazgo Social y Político (U. Autónoma de Colombia). Estudios de Conciliación en Equidad (Min Interior Colombia); Resolución Pacífica de Conflictos (Robert Fisher de la U, de Harvard); Dramaturgia Cinematográfica (U. Latina de Panamá); entre otros estudios de Derechos Humanos, periodismo radial, teatro, literatura, libretos para cine y televisión.

Premio Nacional de Dramaturgia Para Niños 2001. Premio Nacional “Poesía Capital”, Casa de Poesía Silva, 2005. Beca IDCT Creación en Teatro 2002. Premio (compartido) en concurso nacional de proyectos para televisión “No se le arrugue” de Producciones PUNCH, año 2000. Creativo y Libretista programa Planeta Niños, nominado por el periódico El Tiempo, como mejor programa infantil, de la televisión colombiana en 2004. Segundo Lugar III Concurso de Cuento Eutiquio Leal – U. Autónoma de Colombia y Taller de Escritores Gabriel García Márquez, Bogotá 2012. Ganador del Concurso Tertulias a la Francesa con el proyecto “las bodas de Fígaro”;  Fundalectura y Embajada de Francia, 2006. Invitado especial de la 3ª. Feria Internacional del Libro del Zócalo, México D.F., en el marco del proyecto “Bogotá suena – ciudad invitada de honor”, año 2003.

viernes, 24 de febrero de 2023

Novela "Las Putas Nunca Mueren en Domingo" retoma crimen de monja en Bogotá, acontecido en 1999.

La tesis del crimen de la religiosa, en la nueva novela publicada por DeRacaMandaca Editores SAS, es que la monja fue asesinada por autoridades civiles y policiales dadas sus denuncias ante la Fiscalía por el exterminio de prostitutas que estaba llevando a cabo un grupo de operación de limpieza en el centro de Bogotá. Esta hipótesis desmiente la tesis presentada por la Fiscalia, en el año 2001, año del juicio de acusación; tesis en la cual Sor Amparo Granada habría sido asesinada por una monja de su misma comunidad en el barrio histórico La Candelaria.

La novela, igualmente, plantea la hipótesis de que la operación de exterminio que cobró la vida de una cuarentena de prostitutas en menos de tres meses, se desató luego de que el alcalde mayor de Bogotá, en dicho año de 1999, lanzara su política pública de recuperación del espacio público en en centro de Bogotá.

Ela rgumento de la novela es el siguiente:

Marcela es una joven que llega a la Bogotá de 1999 con el sueño de ser estrella de televisión, pero termina estrellada en la realidad de la prostitución. Ella vivirá la zozobra permanente de ser la próxima víctima de una serie de asesinatos de prostitutas que se están presentando en el centro de la ciudad, donde ejercen este oficio miles de mujeres y travestis. Los asesinos están dispuestos a torturar y matar a todo aquel que se interponga en sus planes de instaurar el terror, incluyendo una religiosa que será la única que intentará proteger a las prostitutas.

La novela revive el caso de una religiosa de la Comunidad de las Adoratrices asesinada en 1999, supuestamente por otra religiosa, y pretende en sus páginas finales convencer al lector sobre el por qué esto no fue así como lo informaron los medios y autoridades en su momento, no obstante queden dudas sobre la complicidad de la otra religiosa en el horrendo crimen. 

 Lea aquí las primeras páginas de la novela: https://drive.google.com/file/d/1tgPXZEyglPOKmPin11L-4L9Qbar_lJml/view





 


ABCdario del Infierno: algunos poemas del nuevo libro de Luis Carlos Pulgarín Ceballos

«ABCdario del Infierno»: algunos poemas del nuevo libro de 

Luis Carlos Pulgarín Ceballos

Por Samuel Solórzano Cisery

Tomado de: https://lachachara.org/